Es sabido que los templarios ostentaban un gran poder económico. Sus medios de transporte debían alcanzar el mismo grado de magnificencia. La Limousine templaria contaba con tres sillas de montar de lujo y amplio espacio para que sus ocupantes pudiesen mover las piernas con comodidad. Como equipamiento extra y dado que en la edad media no existía aún el radio-CD, una de las sillas podía ser ocupada por un trobador, el cual amenizaba los viajes largos a los otros dos jinetes.

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