domingo, 2 de agosto de 2009

Oración - "Padre Nuestro", para todos los gustos.

A continuación se expone una versión del "Padre Nuestro" aceptable por cualquier persona, sea católica o no. En algún momento de nuestras vidas, cuando nos sintamos solos y decepcionados, cuando asistamos impotentes a los horrores del mundo y a sus innumerables injusticias, acabaremos recitando una plegaria similar en lo mas profundo de nuestro corazón. Si sustituimos la palabra “Divino” por "sublime", o la palabra “Dios” por la de cualquier otro referente o fuente de inspiración de la elección del lector, según sea su escala de valores o sistema de creencias, obtendremos un mensaje igualmente válido y de una gran coherencia igual al que ha transmitido la famosa oración a través del devenir de los siglos.


Padre nuestro que estás en los Cielos

Toda persona debe mirar hacia lo alto, hacia las cosas sublimes, al objeto de mantener la mente libre de la suciedad de este mundo. Se debe perseguir la inspiración constante.

Esto no significa que se deba perder el contacto con la realidad.

Santificado sea Tu Nombre…

Esta inspiración y esta búsqueda, serán los tesoros mas grandes con los que contaremos, y les rendiremos culto y pleitesía. Representan nuestra esencia y lo que hay de Divino en nosotros. Mantendremos tales tesoros libres de la calumnia y la profanación, trasládándolos al terreno de lo sagrado, de lo intocable. Quien profana lo que es sagrado, se destuye a si mismo.

Venga a nosotros Tu Reino…

Todo ser humano guarda en su interior el deseo profundo y ferviente de que el mundo vaya a mejor, de que el ser humano evolucione, de acabar con la injusticia y el sufrimiento.

Así en la Tierra, como en el Cielo…

El cambio deseado debe manifestarse en todas las esferas, desde las más bajas, la gente común, hasta las más altas, los gobernantes del mundo; en el ignorante y en el docto, estando ambos igualmente necesitados. Deseamos que, aun habiendo dejado este mundo, la luz de lo verdadero y justo no nos abandone, lo que implica dos cosas, deseo de vida eterna, o de transcendencia, así como de un sentido para la misma, esto último es indispensable para que lo primero no se convierta en una maldición.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…

Todo ser humano desea obtener los recursos necesarios para su subsistencia, tanto física como espiritual. Debemos pues expresar pues nuestro deseo de obtener los dones y las cualidades necesarias para llevar a buen término y no descuidar ni un solo día nuestro crecimiento interior.

Y perdona nuestras deudas…

El ser humano debe lo más consciente posible de sus errores y faltas. Este reconocimiento se expresa al pedir perdón ante nuestro ideal o referente de comportamiento (Dios), lo que implica el deseo de ser mejor persona cada día; nunca se debe estar satisfecho del nivel alcanzado, siempre hay algo que mejorar en nosotros. Pedir perdón no significa que debamos perder auto-estima, sino todo lo contrario. Sabemos que podemos hacer mucho mejor las cosas. El creer sinceramente que meremos perdón demuestra nuestro grado de consciencia y alejamiento del auto-engaño acerca de nosotros mismos.

Así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores…

Debemos incorporar la empatía y la compasión hacia los demás de forma permanente. Estas cualidades nos permitirán mejorar la convivencia con nuestros semejantes, y nos liberarán del infierno del rencor. La liberación de cargas y cuentas pendientes ayudarán a nuestros hermanos a pasar página y continuar su evolución. Esto último no solo es aplicable al perdonado, sino también al que perdona.

No nos dejes caer en la tentación…

No somos auto-suficientes, y solicitamos ayuda. Somos conscientes de que existe la tendencia permanente al abandono de la senda correcta. No obstante, el ser humano cuenta con una poderosa herramienta: su espíritu, él cual es, a pesar de todo, fuerte; podremos recurrir al mismo para sacar fuerzas de donde no las hay.

Y líbranos del Mal…

No se puede negar la existencia de los malvados, aquellos que quieren perjudicarnos a toda costa, por las más diversas y absurdas razones. A parte de las propias malas acciones, realizadas mediante el ejercicio de nuestra libertad o libre albedrío, confluyen en nuestra vida elementos externos de carácter pernicioso y vil. No podemos enfrentarnos solos a tales fuerzas, lo cual sería un ejercicio de soberbia; una persona justa y cabal, debe ser consciente de sus propias limitaciones morales, intelectuales y físicas.

Amén.

Que asi sea.

No hay comentarios: