MIAMI.- Brasil ha recibido merecidas alabanzas en los últimos años por sus buenas políticas económicas, que atraen inversiones y reducen la pobreza. Pero ahora enfrenta cada vez más críticas por su desvergonzado apoyo a las dictaduras de todo el mundo.
Según las organizaciones de derechos humanos, prácticamente no hay dictador (o gobierno represivo) que a Brasil no le guste. La semana pasada, cuando el presidente brasileño, Lula da Silva, habló ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, fue recibido con un coro de críticas de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otros grupos de defensa de los derechos humanos.
"El apoyo de Brasil a los gobiernos abusivos está debilitando el desempeño del Consejo de Derechos Humanos´´, dijo Julie de Rivero, la directora de Human Rights Watch en Ginebra.
Lula está llevando a un extremo absurdo su política de no pelearse con otros países, dicen sus críticos.
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